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LOS COMIENZOS DE LA MODERNA INVESTIGACIÓN LULIANA EN CATALUÑA

Fernando Domínguez

 
 

La vitalidad de Ramon Llull en la historia del pensamiento es indiscutible. La literatura sobre sobre su vida y su obra se ha hecho ya tan numerosa que quien penetra por primera vez en este campo está expuesto a perderse en el laberinto constituido por innumerables libros y artículos dispersos de diferente calidad científica. Con todo podemos decir que lo conocemos desde hace pocos años. Esta afirmación no es peregrina y se apoya en la misma historia del lulismo. Una larga historia de fraudes y equívocos que, aunque tiene dimensiones universales, nació y se desarrolló fundamentalmente dentro del marco geográfico de aquellos pueblos que hablan la lengua de Llull. Dentro de la ingente producción de escritos sobre Llull con caudalosos rios de literatura devota, con mucho de caduco, innecesario e inútil. En su país de origen, es decir, en tierras catalanas es la historia de la recepción de Llull una larga y, casi siempre, estéril lucha entre sus detractores y sus seguidores, entre aquellos que querían empequeñecer la personalidad y la obra del mallorquín y aquellos que lo ponían por las nubes declarándolo "Doctor iluminado". Tan fanáticos los unos como los otros, llevaron a cabo una lucha en términos poco objetivos debido, en buena parte, a la identificación de Ramon Llull con la orden franciscana y su espiritualidad. Esta justa o injusta identificación atrajo las iras de los representantes de otras comunidades religiosas. La pacífica figura del laico Ramon que buscó toda su vida la unidad de la cristiandad como punto de partida de la unidad final de la humanidad se vió mezclada, traída y llevada en contiendas, rencillas y batallitas entre mezquinos intereses de órdenes religiosas. Se cuestionaron aspectos marginales de su personalidad y de su obra creando un clima irreconciliable que dificultó un conocimiento global y un estudio objetivo. Contra su voluntad se convirtió Ramon Llull en un escudo de banderías que trascendieron al pueblo y fueron causa, incluso, de luchas callejeras entre lulistas y antilulistas.

A pesar de la obra de ilustres figuras del lulismo, que nunca han faltado, la figura de Ramon Llull se iba desfigurando. Casi no quedaba de él, sino la noción del Santo o del Beato, negada acérrimamente por aquellos que mantenían la acusación de heterodoxia lanzada en el siglo XV por el inquisidor gerundense Nicolau Eymerich. Durante siglos va a permanecer desconocido, rechazado y, sobre todo, falsificado. La leyenda de un Ramon Llull en hábito de fraile entre probetas de alquimista continúa presente en escritos más o menos esotéricos. Las obras falsamente atribuidas a Llull son más numerosas y fueron quizá más leídas que las originales que fueron, en general, el pan con el que se fueron a nutrir algunos pequeños círculos y algunas personalidades aisladas. Detrás de todas aquellas guerrillas ideológicas quedaba una genuina herencia intelectual que promovió las más apasionadas polémicas y las elucubraciones más arriesgadas dejando ideas germinales y proyectos de salvación humana de la más palpitante y perenne actualidad. Difícil sería hallar una personalidad que haya suscitado reacciones y comentarios tan contradictorios, merecido tan despectivos desdenes y tan fervorosas exaltaciones. La falta de un conocimiento preciso de su ideario ha dado lugar a todas las fantasías y a todas las leyendas. Tan contradictoria es su figura que dos pensadores de reconocida genialidad y de convicciones no ciertamente contrapuestas, como Descartes y Leibniz, han podido decir de él, el primero, que la mayor parte de sus "instrucciones" más bien sirven "para hablar sin juicio de las cosas que se ignoran" que para conducir al conocimiento de la verdad, y el segundo, que su Arte magna es la genial iniciación de la idea de su Combinatoria y, por tanto, de todo el desarrollo de la Lógica moderna.

De poco habían servido las cátedras lulianas establecidas en diversos lugares de la Península, con el apoyo de monarcas y de figuras excelsas como el Cardenal Cisneros, ni la continuidad de las enseñanzas lulianas en la Universidad mallorquina, ni el esfuerzo considerable que representó aquel monumento capital de la historia del lulismo en Europa, a saber, la publicación de la edición maguntina de Ivo Salzinger, alcanzaba a rehabilitar a Ramon Llull. Aquella publicación alemana aportó puntos de vista nuevos y fue un paso adelante en los intentos de fijar la numerosísima bibliografía de Ramon Llull dando a conocer una parte bastante considerable de la producción luliana hasta influir en la misma Mallorca, de donde salieron estudiantes a aprender la filosofía de Ramon Llull al lado de Salzinger. No obstante la gran obra de la escuela de Maguncia tenía un pecado de origen: en su génesis pesaba demasiado el espíritu alquimista que había informado el pseudo-lulismo tan vivo durante siglos. La leyenda de Ramon el alquimista era difícil de desarraigar

Resumiendo las anteriores consideraciones podemos decir que al llegar a los tiempos modernos, la fama de Ramon Llull descansaba, de una parte, en su aureola de santidad propagada por los franciscanos y, de otra parte, en su fama como alquimista. Ambos aspectos contribuyeron a que el nombre de Ramon Llull sonara siempre con respeto y admiración (la guerra implacable contra él se basaba en estos dos términos) y motivaron también a numerosos autores a aportar una serie de datos con buen criterio científico que sirvieron para preparar el terreno a un renacimiento de los estudios lulianos. Sobre todo la fe en el iluminismo luliano perjudicó mucho a estos estudios. Durante siglos los discípulos se aislaron con las obras del maestro y se incomunicaron del resto de los intelectuales. Ramon Llull aparecía como un solitario, ídolo de los iniciados, pero apartado de las corrientes de investigación filosófica por un tecnicismo descorazonador y abstruso. Lo más efusivo y rico de de la obra de Ramon Llull yacía oculto en textos inéditos en un lenguaje al margen de las estructuras vivas del pensamiento.

En la historia compleja y multiforme del lulismo quedó prácticamente olvidada la aportación de Llull a la literatura catalana. Las obras en lengua vulgar del más grande escritor de la lengua catalana estuvieron relegadas a un segundo término e incluso llegaron a ser rechazadas porque no reflejaban con tanta claridad como las latinas su ideario filosófico. Este aspecto era el que más novedad y simpatía ofrecía a los catalanes y, al mismo tiempo, el que menos se prestaba a controversias inútiles. El renacimiento de los estudios lulianos tiene su origen hacia la mitad del siglo XIX en Mallorca y en Cataluña y trata, en sus inicios, de reivindicar la obra catalana de Lulio en el marco del Renacimiento catalán en su conjunto. La reconstrucción de la historia de esos estudios es un recuento de las figuras que contribuyeron al renacer de las letras catalanas.

Después que el romanista alemán Adolf Helfferich [ 1 ] en 1858 señalase el gran valor de Llull como iniciador de la literatura catalana, emprendió Jerónimo Rosselló, uno de los patriarcas de los estudios lulianos, la doble tarea del establecimiento de la inmensa producción luliana [ 2 ] y la publicación de las obras en catalán [ 3 ]. En 1861 Milá i Fontanals precisaba el carácter de la poesía luliana [ 4 ]. Amador de los Ríos en en el vol. IV de su Historia crítica de la literatura española (1864) habla de Ramon Llull como poeta y estudia algo de su Arbre de ciéncia . Francisco de Paula Canalejas, por su parte, logró extraer del cuerpo de la obra luliana un sistema de ideas asequible a la curiosidad del pensamiento de su tiempo [ 5 ].

La personalidad más significativa del renacimiento luliano, fue, fuera de Cataluña aunque con enorme repercusión en ella, el gran polígrafo español Marcelino Menéndez y Pelayo que -como reconoce Jordi Rubió- supo llamar la atención sobre los aspectos fundamentales de Ramon Llull como pensador y como escritor. En un cálido e improvisado ensayo en La ciencia española , con apenas veinte años, Menéndez Pelayo deja asomar ya puntos de vista personales, pero de gran importancia para el desarrollo de la investigación posterior, como la teoría de la unidad de la ciencia, el armonismo conciliador del pensamiento luliano y Ramon Sibiuda como enlace del lulismo con la filosofía del Renacimiento. La segunda aportación importante de Menéndez y Pelayo sobre Ramon Llull la escribió para el primer volumen de su Historia de los Heterodoxos españoles que apareció en 1880. Se trata ya de una extensa disertación metódicamente desarrollada en donde se muestra una primera tentativa de estructurar históricamente el lulismo y el antilulismo. La biografía ya presenta cierto enfoque crítico, aunque no rompe todavía con algunas visiones tradicionales. Además de cuestiones filosóficas no olvidó al novelista y poeta.

Los tiempos iban cambiando. Llegaba la hora de las investigaciones limitadas y monográficas y de la callada labor minimalista de las ediciones de textos cuya urgencia tanto se venía proclamando. En 1885 apareció el gran repertorio de E. Littré y B. Hauréau en el volumen XXIX de la Histoire Littéraire de la France , volumen XXIX, que con hábil mano fue separando el trigo de la cizaña marcó hasta hace poco la pauta de la catalogación definitiva del legado luliano. Aunque, dicho sea de paso, Monsieur Hauréau no tenía un concepto muy positivo del pensamiento luliano y se abstuvo de entrar en el examen de su Arte porque despectivamente consideraba que "sería no menos supérfluo que fastidioso". En 1892 J. Torras y Bages publicó en la Tradició Catalana un capítulo que ya nadie cita pero que resaltaba por primera vez la amplitud filosófica y teológica de Ramon Llull y hacía un desapasionado y minucioso examen del pensamiento luliano que contrastaba con vacías alabanzas y meras ponderaciones de sus cualidades literarias.

Siempre a finales del siglo pasado el mallorquín Mariano Aguiló editó dos obras lulianas [ 6 ]. José R. de Luanco demostró como falsa la aureola de alquimista que había rodeado a Ramon Llull [ 7 ]. Añadamos todavía el "Boletin de la Sociedad Arqueológica Luliana de Palma de Mallorca" empezado a publicar en 1885 que dedicó una atención especial a los estudios lulianos.

Además de los estudios meramente literarios, a principios del siglo tuvo lugar en Cataluña una cruzada a favor de la filosofía y la ortodoxia de Ramon Llull. Un grupo de lulistas, clérigos en su mayoría, promueven un movimiento que tiende a restaurar la filosofía luliana como filosofía nacional de Cataluña. El movimiento, ideológicamente extremo, al frente del cual lucha el Canónigo Salvador Bové [ 8 ] y el obispo de Orihuela Joan Maura [ 9 ], siguió directivas más fervorosas y batalladoras que de peso intelectual y ecuanimidad científica. No es extraño que esta campaña promoviera una reacción contraria. A pesar de todo el movimiento que tuvo como órgano principal la Revista Luliana de Barcelona (1901-1905) y que dió lugar a publicaciones que no dejan de ser valiosas, formó en Cataluña y Mallorca una atmosfera de enfervorizados defensores de Ramón Llull que contribuyó positivamente a crear un interés creciente por las ideas lulianas y aportó muchos datos para un estudio científico del lulismo.

Una segunda generación de estudios lulianos en las primeras décadas de este siglo tomó unas directivas de más eficacia científica. Se sentaron las bases de la fijación de la bibliografía, que es esencial frente a una obra tan enorme como la de Ramon Llull [ 10 ], y se valorizó de una manera definitiva la producción luliana en catalán, hasta entonces olvidada, del más grande escritor en esa lengua. Este aspecto era el que más novedad y simpatía ofrecía a los catalanes y, al mismo tiempo, el que menos se prestaba a controversias inutiles. El estudio de la obra literaria empezó a acaparar fundamentalmente el interés de los estudios lulianos en Cataluña. Mateu Obrador inició en 1906 en Mallorca la nueva serie de las Obras catalanas de Ramon Llull bajo los auspicios de una "Comisión Editora Luliana". Con el segundo volumen de la serie se imprimía por primera vez el texto catalán de la obra más extensa e importante de la producción luliana: El Llibre de contemplació . Y al mismo tiempo que se publicaban aparte otros textos catalanes, en ediciones para bibliofilos o en ediciones populares, el mismo Obrador iba reuniendo noticias de los manuscritos lulianos desparramados en bibliotecas nacionales y extranjeras.

Con la fundación en Barcelona de los "Estudis Universitaris Catalans" (1903) se instituye la Cátedra de Literatura Catalana, entonces excluída de la universidad estatal. Su primer propietario Antonio Rubió i Lluch, amigo de Menéndez y Pelayo, trató en sus lecciones ampliamente la figura de Ramon Llull no sólo en su aspecto de autor en lengua catalana. De aquellas lecciones ha quedado una especie de resumen o programa publicado en 1910-1911 y queda de ellas una verdadera escuela de discípulos, más tarde, lulistas insignes.

Se pueden anotar todavía las aportaciones de Ephrem Longpré autor de un magnifico estudio sobre Ramón Llull en el Dictionaire de Théologie Catholiaue y el prof. de Liverpool E. Allison Peers biógrafo y traductor al inglés de varias obras lulianas.

La línea científica iniciada en Cataluña a finales de siglo tuvo una floración espléndida y también un broche de oro con el estudio en dos tomos de los hermanos Tomás y Joaquín Carreras y Artau sobre Ramon Llull que sigue siendo el estudio más profundo y completo sobre Ramón Llull publicado en España.

 
 
 

[1] Raymund Lull und die Anfänge der catalanischen Literatur , Berlin 1858. [ «back ]

[2] Biblioteca Luliana (1861), trabajo inédito (manuscrito 13595 de la Biblioteca Nacional de Madrid) basado en su profundo conocimiento de los manuscritos lulianos existentes en Mallorca. [ «back ]

[3]) Obras rimadas de Ramon Lull, escritas en idioma catalán-provenzal , publicadas por primera vez con un artículo biográfico, ilustraciones y variantes y seguidas de un glosario de voces anticuadas por Gerónimo Rosselló, Palma, Imprenta de Pedro José Gelabert, 1859. Mucho más tarde, en 1901, bajo el impulso de Menéndez y Pelayo y el patrocinio del Archiduque Luis Salvador iniciaba una serie de Obras de Ramón Lull que aunque no fue un dechado de labor crítica y quedó paralizada después de tres tomos se puede considerar como un precedente decisivo de la Comissió Editora de Mateu Obrador. [ «back ]

[4] Manuel Milá y Fontanals, De los trovadores en España. Estudio de lengua y poesía provenzal , Barcelona 1861. [ «back ]

[5] Las doctrinas del doctor iluminado Raimundo Lulio , Madrid 1870. [ «back ]

[6] Llibre del ordre de Cavayleria , Barcelona 1879, y Libre apelat Felix de les Meravelles del Mon , Barcelona 1872-1904. [ «back ]

[7] Ramón Lull (Raimundo Lulio) considerado como alquimista , Barcelona 1870. [ «back ]

[8] La filosofía nacional de Catalunya , Barcelona 1902; El sistema científico luliano , Barcelona 1908; Santo Tomás de Aquino y el ascenso y descenso del entendimiento , Palma 1911. [ «back ]

[9] El optimismo del Beato Raymundo Lulio , Barcelona 1904. [ «back ]

[10] La conmemoración del VI centenario de la muerte de Ramon Llull (1915-1916) motivó una serie de publicaciones importantes. El Institut d'Estudis Catalans inició una colección de Estudis de bibliografia luliana cuya obra más relevante y hasta hoy imprescindible es E. Rogent i E. Duràn, Bibliografia de les impressions lul.lianes , Barcelona 1927. De considerar también la importante monografía de Ramón d'Alos Moner, Los Catálogos lulianos , Barcelona 1928. [ «back ]

     
   
Breviculum, miniatura 11:
Ramon Lull i Thomas Le Myésier
 
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